sábado, marzo 29, 2008

La EnviHada del Mar
25 de Marzo de 2036
Felicidades princesita! Antes de entregarte mi regalo, hoy que cumples tu mayoría de edad, solo quiero recordarte que no eres el producto de un húmedo cambalache entre corazones desorientados, tampoco eres el resultado de una inercia vital inevitable, ni el desastre desastral de una violencia insoportable, ni tan siquiera eres la pieza aleatoria de un puzzle imposible, tú eres Adriana, y a estas alturas de tu aventura terrestre ya conocerás las atávicas raíces de tu nombre latino: Adriana, la enviada del Mar.
Eres el fruto de un Amor que he navegado de cerca a lo largo de 14 años , un amor que he visto nacer morir y renacer, un amor que ha sido capaz de transformar el adiós en un hasta luego, un Amor que ha sabido dominar el aire entre las cenizas para reconquistar su fuego, un amor extraordinario al que el Ave Fénix siempre concederá un te quiero. Pero esa es otra historia y hoy tú eres la protagonista, así que te dejo con el fragmento de un mail que escribí de forma espontánea como respuesta a Íbi, una hada amiga que me preguntaba si eras hermosa.
Lo que leerás a continuación está escrito exclusivamente con la energía que invadió mi mundo real poético al conocerte. Era una energía que emanabas generosa por cada poro de tu piel, en cada instante, en cada mueca, en cada gesto, en cada respiración. Espero que lo disfrutes y que sea cual sea el balance de tu experiencia vital a fecha de hoy, te sirva para recordarte tu parte mágica, esa parte sagrada y poética que sin duda sigue habitando en ti.
“Adriana es una portentosa esponja de Amor. Está hecha de curvitas de olas de Pleamar enamoradas del PlenoAmor.
Esta pequeña ondina fue engendrada al unísiosí en dos mundos paralelos, desde la playa de un mar Mediterráqueo en cuya orilla sus padres aprendieron a amarse y empezaron a convocarla desde sus respectivos tatuajes oceánicos. Dos tatuajes idénticos que evocan las olas del mar.
La génesis poética de Adriana surge pues de la chispa prendida del roce de dos tatuajes epidérmicos consumando la más bella de las danzas epipelágicas. Fue una danza de besos eritreos bordados en sal la que deslumbró a todos los piélagos del universo que extasiados en su belleza empezaron a doblarse en una magnética inercia centrífuga para escuchar mejor su melodía. El Clímax de aquel aquelarre acuático desembocó en un proceso de alquimia poética, que en su espiral, acabó plegando todos los océanos del universo en una sola semilla de gota iridiscente que, orgullosamente condensada, flotó por el etéreo regazo de la vía láctea hasta alojarse por fin en el útero de nuestra madre tierra.
Adriana es ya una imparable corriente telúrica de amor con acuáticas habilidades para desplazarse de un modo instantáneo, hegemónico, silencioso y fluido. Si su inocencia no resulta manipulada en exceso, será capaz, con una sola mirada, de anegar el odio y las heridas de cualquier corazón. De momento, a punto de cumplir su mayoría de horas, (tiene 11), Adriana es oceánicamente silenciosa. Su silencio no sólo ocupa la habitación del hospital, ocupa todas las conversaciones y se cuela indiscriminadamente en todos los pensamientos que van pasando y abandonando la 328. Es un silencio abrumador, omnipresente y todopoderoso, lo que para mi, prueba definitivamente, su misteriosa naturaleza acuática.
Por un momento me ha regalado su mirada, y en el fondo de dos aguamarinas camaleónicas he podido distinguir con claridad la derivada curva que brota del centro de su corazón de agua y que inexorablemente, tiende al Amor. Su Alma es una perfecta máquina metapoética que genera y reabsorbe amor.
Estoy convencido que con su verso más desbocado, Lizano sería capaz de fundir su esencia mamífera con su descendencia marítima, pero creo que ya la pluma alada de García Montero precisaría de la tinta concentrada de un melocotón celeste en almíbar para versar el tacto abisal de su piel. Quizá Salinas en carne y alma pudiera abocetarnos la insondable fragancia de mendrugo de Paz recién horneada que desprende cada poro de su piel y que por contacto, queda suspendida durante horas, hamacándose en la conciencia de tus fosas nasales. Pero te juro que aún está por nacer el talento poético capaz de reconciliarse con una metáfora que dibuje la perentoria e infinita necesidad de afecto comprendida entre unos párpados tan diminutos. Todos los vocabularios se me antojan anoréxicos
, dudo que exista un idioma para cantar la silenciosa sinfonía de su luz desprendida. Me atrevo a contarte que está iluminada de fusas difusas y sin embargo resulta completa, invisible, densa y homogénea, no cabe en ella ni el pensamiento de una negra ni la sombra de una corchea. Si la ves, te deslumbra dejando una huella que queda indeleble hasta que la sigues desandando el camino de vuelta a tu inocencia. Es una minúscula y dolorosa huella en el epicentro del alma, una huella afilada que con voluntad forense va diseccionando tus presentes vividos y sólo se libera hasta que encuentras el camino a tu primera y auténtica sonrisa curva.
Y no sé que más contarte, sencillamente es mágica, y tratar de narrar un compendio de Amor tan excesivo que respira en tan solo 3,6 kilos de humanidad es un auténtico suicidio literario, (pero que bien me lo estoy pasando). Gracias por preguntar íbi. En fin, que ha llegado una nueva princesa acuática a la ciudad. Seguro que con su llama nos ayudará a iluminar este mundo tan extraño que se empeña en vivirnos. Si te parece, este finde lo celebramos, Adriana existe y es FANTÁSTICO.
Semillas de besos para tus sueños oceánicos.
Hola
Pd: Por cierto, el nombre ondino de Adriana es Íri.

El Palabrista